Esta es una de las granjas más pintorescas de la isla. Apenas se intuye que pudiera haber nada en ese barranquito, pero al bajar por la pista de tierra, ya escuchamos el belido las cabras. Se ubica en un conjunto de cuevas con unas vistas espectaculares y vertiginosas hacia el mar.
Las cuevas han sido modificadas para albergar la sala de ordeño, la quesería y brindan cobijo y sombra a las cabras.
Su dueño, don José Carlos Pérez Lorenzo, es cabrero de toda la vida. Una persona reservada y de buen corazón. Cuenta que lleva desde los siete años pastoreando cabras y le viene de tradición familiar. Su padre era cabrero, también uno de sus abuelos y su bisabuelo. Es muy posible que este oficio les venga de épocas de la conquista o incluso anteriores.
Hasta hace diez años, ordeñaba las cabras a mano, entonces tenía entre 70 y 80 animales, hasta que se compró la ordeñadora. Pero antes no todo era más difícil. Cuenta que cuando llegó, la abundancia de pastos era mucho mayor, había cornetas (llamadas esterca barrera en Garafía), vinagreras y cornicales, y daba para pastorear alrededor de 150 cabras. A día de hoy, como consecuencia de la sequía producida por el cambio climático, no da para pastorear ni veinte cabras. Estos años hay que comprar todo lo que comen, si no llueve, no puede haber comida.
A esta peculiar granja llegó en los años ochenta y aquí sigue hasta el día de hoy. Es un lugar solitario, que inspira calma y una especie de nostalgia por tiempos en los que esta forma de vida era la más usual. A ritmo tranquilo y en compañía de su viejo perro pastor garafiano, mima a sus cien cabras. Por amor a la profesión y a esta ancestral forma de vida, ya que, como dice él “hoy en día, trabajo para ellas… las ganancias dan para la comida de ellas y poco más…”
Es un área de pastoreo inmensa, surcada por grandes barrancos. El límite costero es un enorme acantilado de más de cien metros, que evita que los animales lleguen a las playas. Los pases por los que se podrían escapar están tapados. Cuando falta algún animal, toca la difícil tarea de entrar a estos escarpados parajes. Para hacerlo, se sirve de su lanza y del conocimiento de los estrechos pases hacia el barranco, a día de hoy aún se pueden intuir, ya que las cabras se han encargado de seguirlos marcando.
En esta área de pastoreo, antaño, se encontraban don fuentes: Fuente Secreta y Fuente las Goteras, en el barranco de las Viñas, en la ladera que mira al sur. Hoy en día, ninguna de las dos emana agua.