Por la propia orografía de la isla, en La Palma no abundan las grandes playas. Sin embargo, el tamaño no tiene que ver con la belleza, como demuestra esta recóndita cala de arena negra a la que se accede desde el barrio de Aguatavar. Su extensión es estacional, por lo que podríamos decir que pierde metros durante el invierno y los vuelve a ganar en verano. Para llegar hasta ella es necesario caminar durante unos quince o veinte minutos desde el final de la pista asfaltada, que llega casi hasta el mismo acantilado. Como en cualquier playa de la isla, es importante prestar mucha atención a las corrientes, ya que se abre directamente al Atlántico.