5. El Jesús – Playa de El Jurado

El pozo de la salvación

La historia de Tijarafe es la de la búsqueda y aprovechamiento del agua hasta que la excavación de galerías – el Caboco se empezó a excavar en 1928 y alumbró aguas en 1961 – solucionó el problema. Las sequías estivales causaban estragos en personas, animales y cultivos.

Por ello, hace más de doscientos años se miró al mar como solución. Los oriundos idearon la excavación de pozos y la filtración del agua del mar. Los campesinos bajaban a la costa a buscar esta agua con la que bebían, abrevaban sus ganados o lavaban la ropa y la cargaban camino arriba hasta las zonas habitadas de medianías, cargándola en cualquier recipiente estanco.

Esto acabó por generar el traslado estacional desde medianías a la costa ya que no solo se excavó la piedra en busca de agua, sino que los propios acantilados fueron ocupados, sus cuevas naturales habitadas en busca de un hogar más fresco y de la comercialización del pescado.

En torno a ellas, siglos más tarde, se edificarían viviendas contiguas a las cuevas creando una panorámica singular tanto en Playa del Jurado como, sobre todo, en el Proís de Candelaria, convertidos en embarcaderos de la zona.

Descripción

Descenso hacia el mar bordeando el Barranco del Jurado. Al inicio, el camino está lleno de vinagreras, higuerillas y piteras, así como tierras de cultivos: plátanos y aguacates.

Desde el momento en que empezamos a descender regala vistas espectaculares hacia sus propias paredes verticales y hacia la cumbre, hasta llegar a la desembocadura, donde encontraremos la Playa del Jurado y podremos culminar con un baño.

Recomendaciones

El sendero acaba en la desembocadura del barranco, en la costa. Lleva ropa de baño porque si las condiciones del mar lo permiten, podrás disfrutar de un baño. Eso sí, extremando las precauciones porque no hay socorristas.

Opciones para retornar al pueblo de Tijarafe:

  • Subir por el camino que te llevará hasta el parking superior ubicado en la carretera que va hacia el Proís de Candelaria. Allí puedes dejar previamente un coche o bien concretar con un taxi la recogida.
  • Subir andando por la pista asfaltada.
  • Seguir caminando por el sendero Tierras Viejas – Proís de Candelaria (en sentido contrario) que se encuentra fácilmente desde el parking inferior al mirador.
  • Retornar por donde vinimos, desde el Barranco del Jurado hasta El Jesús.

Conexión con otros senderos: Desde La Ermita del Jesús, nuestro punto de partida, también comienza el Sendero Número 3 hacia El Time, y el Sendero Número 6 en dirección opuesta, entrando por el Barranco del Jurado hacia el pueblo de Tijarafe.

El sendero

0h 00’ 00” 584 m.s.n.m. Ermita de El Buen Jesús. El sendero comienza discurriendo por una pista de cemento trazada sobre su antiguo recorrido, dieciséis metros por debajo de la ermita de El Buen Jesús, templo de la segunda mitad del siglo XVI, recientemente restaurado y declarado Bien de Interés Cultural en 1997. Desde la plaza de la ermita, mirando hacia el mar, se ve junto a la esquina oeste de
la plaza una señal de cruce de caminos. Seguiremos la señal que indica el camino PR LP 12.2 “Barranco del Jurado” hacia el mar, dejando a mano derecha la entrada del Barranco de El Jurado.

0h 02’02” 570 m.s.n.m. Las Caletas. Descendiendo por la pista de cemento se encuentran a ambos lados masas de tuneras (chumberas, nopales).

Las tuneras eran sembradas y cuidadas por los campesinos que aprovechaban sus
frutos, sus hojas e incluso su parásito más destacado: la cochinilla, de la que se
sacaba la grana. Los frutos, llamados tunos, se comen tanto frescos como secos,
siendo así uno de los productos más preciados para cambiar por pescado en los
tiempos en que subían las barqueras de Tazacorte con las cestas de pescado.

A la izquierda del sendero, en el fondo del barranquero, se encuentra una casa de arquitectura típicamente palmera, mezcla de las diversas culturas que se encontraron en la isla: castellana, portuguesa, flamenca, con algunos elementos mudejarizantes. Dejamos la pista en el cruce que se abre a mano izquierda y tomamos el sendero sin pavimentar.

0h 08’37” 529 m.s.n.m. A mano izquierda dejamos una antigua vivienda de arquitectura tradicional. El camino sigue estrechándose paulatinamente a lo largo de un pequeño desnivel descendente por el que se deja, a la izquierda, una vivienda de construcción reciente.

0h 11’45” 511 m.s.n.m. A la derecha encontramos otra muestra de vivienda tradicional, con paredes de piedra seca y cubierta de madera y teja a cuatro aguas.

0h 13’55” 501 m.s.n.m. El sendero cruza brevemente la carretera asfaltada denominada Carretera de las Palmeras. De frente se encuentra la señalización del camino sin pavimentar hacia el mar.

0h 18’ 59” 466 m.s.n.m. Seguimos descendiendo por el sendero hasta llegar a una casa de nueva construcción que dejamos a nuestra izquierda. A partir de este momento el camino se ensancha convirtiéndose en una pista de grava de acceso a la casa privada. A los 15 metros hay una pendiente pronunciada pavimentada de cemento; forma parte del anterior camino privado de la casa, que nos lleva de nuevo hasta la Carretera de las Palmeras.

0h 25’52”448 m.s.n.m. En la carretera debemos girar a la derecha y continuar ascendiendo por la misma unos trescientos metros.

0h 32’03” 464 m.s.n.m. En una curva cerrada a la derecha, tomamos el desvío que se abre a la izquierda, una leve pendiente descendente pavimentada de cemento. Esta pista pasa a ser asfaltada junto a tres estanques de agua de riego, haciendo una curva hacia la derecha.

0h 42’13” 419 m.s.n.m. Junto a un estanque de agua redondo, que riega una finca de aguacates, podemos ver ejemplos de vinagreras (Rumex lunaria), higuerillas (Euphorbia lamarckii) y piteras (Agave americana), plantas comunes en el paisaje tijarafero. Cuarenta metros más abajo, el pavimento vuelve a ser de cemento.

0h 48’17” 394 m.s.n.m. Camino Tierras del Puerto. Descendiendo por la pendiente de cemento unos cien metros, encontramos a la derecha un desvío por el que abandonamos momentáneamente el sendero para contemplar la parte baja del Barranco Jurado, con sus escarpadas paredes y, al frente, el zigzagueante camino que sube hasta el Morro de las Salinas.

0h 52’ 19” 385 m.s.n.m. Volvemos al sendero, el cual prosigue unos 20 metros por la pista de asfalto en ligera pendiente, haciendo una curva a la derecha y otra curva a la izquierda. En esta última estaremos atentos para tomar un desvío sin pavimentar que se abre a la derecha, justo en la esquina de una finca.

0h 54’ 36” 341 m.s.n.m. A continuación llegamos a un invernadero de plátanos que rodearemos por la derecha. Por el camino se atraviesan cultivos de plátanos y aguacates, muestra del cambio producido en la agricultura de Tijarafe cuando llegó el agua de pozos y galerías a mediados del siglo XX.

Hasta ese momento, estas tierras se sembraban en secano produciendo cultivos de
subsistencia: trigo, chícharos, papas, etc. Ahora, con la abundancia de agua de
riego, almacenada en los estanques que hemos encontrado, se han introducido
cultivos comerciales.

1h 03’54” 325 m.s.n.m. Pasado el invernadero, a la derecha podemos observar unas estructuras metálicas asentadas sobre cemento armado, restos de la canalización con la que se pretendió elevar el agua del pozo que está en el fondo del barranco, pero la llegada del agua corriente al municipio, a mediados del siglo XX, hizo que la tubería no llegase a entrar en servicio.

1h 07’ 27” 314 m.s.n.m. Según indican las señales, giraremos primero a la izquierda y luego a la derecha, continuando el descenso por una pista de cemento.

1h 18’ 19” 276 m.s.n.m. Pintado. En este punto comienza el descenso del barranco por un sendero sinuoso que nos acercará poco a poco al cauce. Bajando unos 50 metros, encontramos cuatro cruces bajo una roca.

Las cuatro cruces recuerdan la muerte del alcalde Antonio Cruz González y tres
trabajadores más, que perdieron la vida en aquel lugar, en el año 1969. Mientras
inspeccionaban el terreno para construir una pista, este se derrumbó sobre ellos.

Posteriormente se agudiza la pendiente, descendiendo por la margen izquierda del Barranco del Jurado. El camino se convierte aquí en un ejemplo de cómo se resolvían antiguamente los desniveles de un típico barranco del norte de la isla, de morfología encajonada, es decir, de fondo plano y paredes casi verticales.

Para alcanzar la costa se precisaba hacer un sendero sinuoso que llegara al fondo del barranco zigzagueando mediante treinta y una vueltas (curvas). Descendiendo por ellas se disfruta de diversas vistas de la costa, con las casetas del asentamiento tradicional frente al mar, y de formaciones vegetales de piso basal dominadas por las euphorbiáceas (cardones, higuerillas). Encontraremos de nuevo la obra de la canalización de agua como muestra de que antiguamente no se escatimaban esfuerzos para aplacar la sed.

02h 10’58” 20 m.s.n.m. El Pozo del Jurado. La última vuelta del camino nos deja en el fondo del barranco del Jurado. A unos quince metros se ve una estructura de bloques de cemento que cubre el antiguo Pozo del Jurado.

Si tomamos un desvío hacia el mar que se encuentra antes de la entrada al pozo, podemos recorrer el asentamiento tradicional costero, en torno al pequeño embarcadero que hacía las veces de puerto de mar por el que entraban y salían mercancías y se explotaban los recursos marinos, principalmente la sal y el pescado.

En verano llegaban a asentarse pequeñas poblaciones de pescadores de Tazacorte.
El pescado que no se consumía in situ se subía a los núcleos de población en
cestas que llevaban las barqueras sobre sus cabezas. Estas barqueras eran las
esposas o las hermanas de los pescadores y el destino de la mercancía era la venta
o el trueque por tea, tunos secos, etc. Es decir, pescadores y campesinos obtenían
los unos de los otros lo que necesitaban y no producían. En verano los campesinos
de las medianías bajaban a la costa a pasar los calores más rigurosos del verano, y
allí habitaban con sus familias, enseres y animales, ocupando primero las cuevas y
construyendo luego pequeños refugios estivales hasta llegar a la fisonomía que
tiene el asentamiento hoy. Actualmente, en verano podemos encontrarnos personas que bajan a pasar sobre todo los fines de semana disfrutando de tranquilas jornadas
de pesca y de refrescantes baños en el mar.

2h 31’ 43” 167 m.s.n.m. Si queremos seguir caminando, podemos ascender por la margen derecha del Barranco del Jurado empleando un empinado camino zigzagueante similar al que usamos para el descenso, aunque este tiene el suelo más suelto e inestable por lo que se recomienda precaución sobre todo si se transita en sentido de bajada. Llegados a lo alto se pueden disfrutar de nuevas vistas del barranco así como de la parte de la costa correspondiente al barrio de El Pueblo, con el Proís de Candelaria a media hora de camino.

2h 33’ 51” 176 m.s.n.m. El Morro de las Salinas. Finalizamos nuestro camino en el Morro de las Salinas, un promontorio fácilmente reconocible que se yergue sobre la costa. Recientemente se ha construido un sendero panorámico que rodea el morro que nos brinda nuevas vistas de la costa tanto hacia el Proís de Candelaria como hacia el Pozo del Jurado. Más abajo se encuentra el mirador del Pozo Viejo, en el que podemos sentarnos y contemplar el mar en toda su inmensidad.

Como anécdota histórica curiosa, frente a la costa del propio barranco, unos
pescadores tijaraferos rescataron en 1944 al piloto estadounidense John Carr, quien
tuvo que realizar un amerizaje de emergencia con su avión en el transcurso de una
batalla naval. La hospitalidad tijarafera se manifestó ofreciendo al náufrago un vaso
de vino, y aunque oficialmente se consideró un prisionero de guerra, fue tratado
como un huésped hasta que salió de la isla, rumbo a Gibraltar y a los Estados
Unidos.