El momento más esperado de las fiestas de Nuestra Señora de la Candelaria tiene lugar en esta plaza en la madrugada del 8 de septiembre. Incorporado en 1923, hablamos de la llamada Danza del Diablo. Como su propio nombre indica, el protagonista es una figura maléfica, que escupe fuegos artificiales por todas partes. Su llegada la anuncian una serie de gigantes y cabezudos que interrumpen la verbena sin previo aviso. Después de unos veinte minutos de frenesí pirotécnico, la actuación acaba con la explosión de la cabeza del Diablo, que es una representación simbólica del triunfo del bien sobre el mal. Esta peculiar celebración está protegida desde 2007 como Bien de Interés Cultural y en 2011 fue declarada también Fiesta de Interés Turístico de Canarias.