La poetisa cubana Dulce María Loynaz, en su libro Un verano en Tenerife, dejó escrito un fragmento literario que ha convertido a esta calle en universal. En el texto se explica que debe su nombre a que conectaba a la iglesia con el antiguo cementerio. Cualquier intento de imitar su elegante prosa sería temerario, así que recomendamos que los interesados se acerquen al lugar y disfruten de las palabras originales, hoy pintadas sobre una de sus paredes.